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#134 Conociendo el eje cerebro-intestino del recién nacido(I)

¡Hola todos!

Regresamos después de asistir al congreso NeoBrain 2024 en Brasil, con dos días de conferencias dedicadas exclusivamente al cerebro del prematuro y que nos servirán para revisar algunos temas actuales a propósito de la información presentada. Comenzamos con la conferencia del Dr. Nicholas Embleton (UK) sobre el eje cerebro-intestino en el prematuro, y para complementar lo escuchado, revisamos uno de los artículos más completos sobre el tema, publicado por Jena y colaboradores (Front Integr Neurosci 2020).


Cada vez se encuentran más evidencias de la comunicación existente entre el tracto intestinal y el cerebro, mediada principalmente por factores neuronales, inmunes, endocrinos y metabólicos, vía que llamamos “el eje cerebro-intestino” (ECI). El acelerado proceso de desarrollo del cerebro en los primeros dos años de vida coincide en el tiempo con la maduración, crecimientos y cambios funcionales del tracto gastrointestinal (TGI), incluyendo el establecimiento de una microbiota estable. Estos cambios son coincidentes pero no necesariamente sincrónicos, y son pobremente conocidos en la actualidad.


Desarrollo temprano del tracto GI

El cambio de la nutrición parenteral a la enteral requiere que el TGI esté desarrollado. Al nacimiento está listo para recibir y digerir la leche materna. Después, el esófago, estómago e intestinos continúan su crecimiento, mientras que la permeabilidad del epitelio va disminuyendo. Por ejemplo, al nacer el intestino es permeable a macromoléculas como la igG, pero pocos días después esta movilidad por vía paracelular se reduce. Las vellosidades ya están formadas al nacer, pero la profundidad de las criptas del intestino delgado se va incrementando aumentando así la superficie destinada a la absorción.

El TGI tiene una sistema nervioso exclusivo, el sistema nervioso entérico (SNE), que regula y coordina su actividad muscular y secretoria. La mayoría de neuronas que lo constituyen residen dentro de dos plexos ganglionados: el mientérico y el submucoso. Dentro del útero el tracto GI se ha expuesto al líquido amniótico, y después de nacer en las primeras horas de vida, al calostro, rico en proteínas, inmunoglobulinas y factores de crecimiento. La actividad de lipasas, enterokinasas y lactada incrementa gradualmente después del nacimiento.

La colonización del TGI por microbios inicia al nacer y culmina aproximadamente a los 3 años, cuando la composición de llega a ser similar a la del adulto. Es cierto que algunos estudios sugieren que ya hay presencia de gérmenes en el feto, cuestionando el paradigma de que el útero es un ambiente estéril. En las primeras semanas de vida la microbiota del TGI contiene anaerobios facultativos (Enterobacter) pero los anaerobios estrictos (Bifidobacterium, Clostridium, Bacteroides) predominan en los lactantes de 6 meses. Alrededor de los 3 años la microbiota se parece mucho a la del adulto y está representada casi en su totalidad por anaerobios estrictos, además de hongos y otros tipos de microorganismos. La transición de leche a sólidos es un paso importante para que este proceso ocurra de manera normal.


Traducido y modificado de Jena A, et al. Frontiers Integr Med, 2020.

Desarrollo paralelo de ambos sistemas

La colonización y la maduración de los tejidos del tracto GI coinciden con el refinamiento de los circuitos cerebrales y el desarrollo cognitivo en los primeros años de vida hasta los 3 años. Algunos estudios correlacionan la presencia de ciertos gérmenes en las heces con el desempeño cognitivo. Además en ratones con TGI sin gérmenes se encontraron alteraciones de la memoria, mayor respuesta al estrés, actividad motora anormal y más respuestas de ansiedad, que persisten incluso si la flora GI es recuperada. Otras evidencias sugieren que la producción de serotonina está disminuida en el TGI estéril, y esto podría explicar la asociación con alteraciones del ánimo, aprendizaje y memoria que se encuentran en estos animales. Los datos sugieren que podría existir cierta interdependencia entre el establecimiento de la microbiota GI, el SNE y el desarrollo cerebral.

Por ahora se trata de estudios en animales centrados en la microbiota, no en los cambios en la mucosa GI, por tanto no son extrapolables al ser humano, por lo cual se requiere mucha más investigación al respecto para responder a estas preguntas. Aún hay más contenido que revisar en este artículo por lo que le dedicaremos un segundo post en los próximos días

Puedes leer el artículo completo de Jena aquí:

El Dr Embleton compartió esta dirección web donde puedes leer sobre su trabajo en este y otros temas sobre nutrición y desarrollo:



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