#154 Quistes aracnoideos en el recién nacido: cómo valoramos su gravedad y pronóstico
- Neuro Neo
- 13 jul 2024
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 4 ene
Hola todos!
La palabra “quiste” tiene un significado ominoso fuera del mundo médico, en el imaginario de la gente se trata casi siempre de una tumoración que siempre crecerá y traerá problemas, aunque sabemos que esta situación con frecuencia no es la que enfrentamos.
Los quistes aracnoideos son lesiones frecuentes que se pueden encontrar incidentalmente en 1.4% de las resonancias realizadas en adultos y 2.6% en niños. Los quistes ubicados en la cisura silviana constituyen el tipo más frecuente (47-66%). La presentación en recién nacidos suele ser asintomática siendo los signos relacionados a hipertensión endocraneana (HTE) o retraso en el desarrollo observables en los meses o años siguientes al diagnóstico, pero incluso con los quistes de mayor tamaño la mayoría de pacientes cursará sin afectación. En el largo plazo se pueden observar convulsiones, mayor retraso en el desarrollo o alteraciones cognitivas.

Existe controversia respecto al mejor momento para intervenir a estos pacientes, y quiénes se beneficiarán más del manejo quirúrgico. Esta decisión es más controversial en el caso de niños asintomáticos con lesiones de gran volumen, donde el manejo conservador y la intención de prevenir síntomas o complicaciones (como hipertensión endocraneana descompensada o sangrado espontáneo) varían de acuerdo a la experiencia del neurocirujano, ya que no se tienen disponibles protocolos de manejo específico.
Galassi (Surg Neurol, 1982) propuso una clasificación de estos quistes en relación a su volumen y su efecto sobre la línea media, para lo cual empleó tomografías cerebrales y cisternografías. Así describió tres tipos de quistes: Galassi I (limitado a la fosa temporal, sin efecto de masa), Galassi II (triangular o cuadrado, con compromiso del lóbulo temporal) y Galassi III (con efecto de masa, ocupación de toda la fosa temporal, compresión de ventrículos y desplazamiento de la línea media).

En la serie de 487 casos de quistes aracnoideo publicada por Hall (World Neurosurg, 2019) se encontró que entre un 0.7 y 2.6% de quistes detectados en la infancia pueden crecer, generalmente dentro del primer año de vida y muy rara vez después de los 3 años. El mecanismo de crecimiento aún no se ha precisado, se han propuesto mecanismos de válvula, de gradiente osmolar, de secreción activa y de atrapamiento de LCR. Se ha descrito también aparición de quistes después de traumatismos craneales y de hemorragia intraventricular en el prematuro. El riesgo de ruptura con la consiguiente formación de hematoma subdural se ha reportado en un 2-6% de casos, especialmente en niños alrededor de los 6-10 años, pero el riesgo real se desconoce.
Actualmente las indicaciones de cirugía incluyen la presentación de signos de HTE o ruptura aguda del quiste. Hall estima que entre un 3.6 y 15.6% de niños requerirán cirugía. Se prefiere la fenestración por microcirugía y la complicación más frecuente es el higroma subdural, que puede resolverse espontáneamente o a su vez requerir intervención. El estudio de Tomita (Child Nerv Syst 2023) describe una serie de 34 pacientes atendidos a lo largo de 10 años, con diagnóstico de quiste aracnoideo temporal perisilviano (SFAC) con manejo quirúrgico (fenestración microquirúrgica). 76% de pacientes fueron varones y en promedio fueron operados a los 9 años. Sólo un 11% de pacientes permanecieron asintomáticos durante el periodo de observación.
Otro estudio reciente, publicado por Adolffson (Acta Neurochirurgica 2024) evalúa el seguimiento de 5 años posterior a la microcirugía, encontrando mejorías en las funciones cognitivas. La muestra de 10 niños encontró puntajes más altos en la evaluación de inteligencia, habilidades verbales y velocidad de procesamiento en el test de Weschler antes y después de la cirugía, realizada en promedio a los 9 años de edad.
Vemos que los quistes aracnoideos temporales requieren una evaluación en el largo plazo (clínica, electroencefalográfica y de neuroimágenes). La gran mayoría de pacientes asintomáticos lo serán toda su vida, pero en un grupo de pacientes en algún momento del seguimiento se pueden presentar síntomas y precipitar una cirugía correctiva. Algunas evidencias sugieren que existe evidencia de mejoría cognitiva tras la intervención, pero aún es controversial el mejor momento para realizarla.
La serie de casos reciente de Tomita puede ser leída en versión completa aquí:
El estudio de Adolffson sobre pronóstico lo puedes descargar aquí:
La historia natural de los quistes publicada por Hall la puedes revisar aquí: