Hola todos!
Una de nuestras residentes nos alcanzó un interesante artÃculo de revisión de Manohar (Frontiers in Pediatrics, 2023) sobre la fisiopatologÃa de la lesión cerebral atribuible a la enterocolitis necrotizante (NEC). Pasamos a comentar algunos extractos del artÃculo en este primer post.
La NEC resulta de una interacción compleja entre un intestino y un sistema inmune inmaduros, la disbiosis microbiana y la activación de una cascada de respuesta inflamatoria. Esta agresión del tejido intestinal puede resultar en lesiones focales, agravarse a necrosis y llevar a la necesidad de una intervención quirúrgica, e incluso resultar en resección intestinal en los casos más severos. El bebé que sobrevive tiene un mayor riesgo de estar afectado por complicaciones como malabsorción intestinal, estancia hospitalaria prolongada y un desarrollo cerebral alterado. La NEC ocurre durante un periodo crucial del desarrollo cerebral, siendo el prematuro muy vulnerable a las lesiones que genera, lo que se manifiesta en el alto porcentaje de prematuros (45%) que sobreviven a la NEC y que presentan retraso en el desarrollo psicomotor.
La complejidad del eje cerebro-intestino, expresa la interacción entre el sistema nervioso central, el sistema nervioso autónomo, y el microbioma. La señalización entre estos tres elementos se ve alterada en la enterocolitis, La intensa respuesta inflamatoria generada por la NEC parece estar activada por productos de las bacterias y por citokinas liberadas cuando ocurre la injuria intestinal. Cuando esta respuesta se combina con el efecto de la hipotensión, se produce una alteración de las señalización del eje cerebrointestinal y una lesión directa en la sustancia blanca cerebral.
El retraso en la mielinización se traduce en menor volumen cerebral y alteraciones funcionales que lleva a discapacidad motora, cognitiva y/o sensorial visual y auditiva.
Aproximadamente el 20% de los pacientes con NEC desarrollan parálisis cerebral, 3% disfunción visual, 3% hipocausia, 36% déficit cognitivo y 35% retraso motor. La estratificación del riesgo ha mostrado que los bebés con mayor riesgo fueron aquellos con NEC que requirieron cirugÃa. El estudio de Regec (Dev Med Chil Neurol 2016) realizado en Israel con una cohorte de 12992 bebés prematuros con edades gestacionales entre 24 y 32 semanas, mostró que los bebés con NEC tienen un riesgo 3 veces mayor de presentar una falla en el crecimiento cefálico (definida como una caÃda en el z score de 2 o más SD comparando el perÃmetro cefálico del nacimiento versus el registrado al alta), el cual aumenta hasta 7.6 veces en el bebé con NEC quirúrgica.
Muchos bebés progresan desde estadÃos tempranos de NEC a necesidad quirúrgica, y esta evolución se asocia a deterioro en el largo plazo que se manifiesta con percentiles significtivamente menores de talla, peso y perÃmetro cefálico. Además estos bebés preentan un riesgo mayor de retraso en el neurodesarrollo (NDI por sus siglas en inglés) evaluado por tests estandarizados como la prueba de Bayley III o ASQ-3.
Como es de suponer, los efectos de la NEC sobre el desarrollo persisten incluso hasta la etapa escolar. El estudio de Roze (Pediatric Research 2011) evaluó una cohorte de 52 niños con antecedente de NEC o perforación intestinal espontánea. Los pacientes, seguidos en promedio hasta los 9 años, presentaron alteraciones en la función motora y coeficientes de inteligencia menores que los controles. También se documentaron alteraciones en la percepción visual y en la atención, lo que sugiere que el impacto de la NEC puede manifestarse en la etapa escolar incluso sin una lesión cerebral evidente.
Dejamos por aqui un agradecimiento especial a Bettzy Trigoso por alcanzarnos el artÃculo.
Puedes revisar el artÃculo de Manohar con el DOI 10.3389/fped.2023.1104682, está disponible en versión libre.
El artÃculo de Regec está en versión completa aquÃ.
El articulo de Roze está disponible aquÃ: